viernes, 25 de mayo de 2007

Intolerancia progresista

Sábado 19 de mayo

Ayer, simultáneamente, TV3 y BTV, emitieron en la franja del prime-time, el único debate que se va producir en la presente campaña electoral municipal entre los cinco candidatos, de los partidos más representativos, a la alcaldía de Barcelona. El debate fue moderado por el sempiterno Josep Cuní, que hizo un arbitraje UEFA, es decir bastante casero, barriendo hacia el Tripartit, y en él, se trataron los principales temas que los candidatos han abordado desde el inicio de la campaña: inmigración, vivienda, política social, seguridad... A pesar del intercambio de reproches, a diferencia de lo sucedido en el debate protagonizado por los dos candidatos a la alcaldía de Madrid, el programa transcurrió de forma ágil, en un tono bastante correcto, incluso con una sensación de relativo buen rollo, sin aportar demasiadas novedades. Lo cierto es que salvo sorpresón de última hora, en Barcelona se va a repetir la fórmula tripartita. El tema que suscitó más polémica fue el de la inmigración ilegal. A este respecto, cabe decir que la conducta de Inma Mayol ejemplifica una actitud que, últimamente, he podido detectar en muchos estamentos de la sociedad catalana. Se trata de poner en práctica un progresismo tan radical que ralla el fascismo. De esta forma, Mayol no tuvo reparos en tildar de "indignos", "intolerables" o "xenófobos", los posicionamientos de Trias y Fernández-Díaz respecto a esta problématica social. Sólo Trias, se atrevió a decirle a la candidata de ICV, qué quien era ella para imponer lo que es digno o indigno. Sin embargo, inmediatamente, recibió una reprimenda por parte de Cuní, que en un tono ciertamente sarcástico, afirmó que la posición del convergente era igual que la del popular (¿Qué peor pecado puede cometer un catalán de pura cepa, como es el caso, que pensar como un miembro del PP?) y, claro, Trias tuvo que reírle la gracia y capear el temporal. A la Sra Mayol, se le debería recordar que la democracia consiste en qué todo el mundo pueda exponer sus ideas sin que nadie le pueda reprobar por ello. Sin embargo, la conducta de Mayol no es una actitud aislada, sinó que está subliminalmente arraigada a muchos niveles. Empezando por algunas universidades donde ciertos alumnos que se autoproclaman progresistas y de izquierdas, paradójicamente, se permiten la licencia de silbar a profesores o compañeros cuando éstos mantienen argumentos distintos de los suyos. Continuando por ciudadanos que, bajo pretexto de defender sus ideales, confunden libertad de expresión con coacción. Siguiendo por políticos, como la Mayol, para los cuáles todo lo contrario a sus postulados constituye xenofobia e intolerancia, sin percibir que ellos mismos caen en posturas autoritarias. Y acabando por los medios de comunicación que de forma encubierta, crean una pseudoopinión que sutilmente criminaliza opiniones o actitudes no afines a las suyas. A todos ellos, se les debería recordar aquello de: "No creo que en lo que dices, pero daría la vida para que lo pudieras seguir diciendo".

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